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domingo, 12 de febrero de 2012

El mayor acertijo de la historia del arte (I): La Última Cena.



Da Vinci convirtió su mural en el acertijo más grande de la historia del arte: invitó a quien lo contemplara a sumarse a la inquietud de los Doce tras recibir el anuncio de Jesús de que “uno de  vosotros me traicionará” (Juan 13,21). De hecho, Leonardo ha empujado a generaciones enteras a buscar a ese traidor, sembrando su obra de curiosas trampas. Por ejemplo, ninguno de sus personajes luce halo de santidad. En otras Últimas Cenas, una fórmula sencilla para encontrar al renegado era localizar al único varón sin aureola sentado a la mesa. Pero en la de Leonardo, ese truco no vale. Da Vinci tampoco sentó a Judas Iscariote en un extremo de la mesa, ni lo subrayó pintándolo más feo que a los demás. Los visitantes de la obra maestra deben recurrir a otras estrategias para hallarlo, uno de los primeros en cruzar el claustro de los Muertos de Santa Maria delle Grazie y en someterse a semejante prueba fue el escritor y poeta alemán Goethe. En su “Teoría de los colores” Goethe utilizó el Cenacolo como metáfora para explicar el misterio de la luz. Quería rebatir las tesis de Isaac Newton utilizando para ello a Leonardo. Y es que, mientras que para el físico inglés los colores no existen como tales, sino que se forman en nuestros ojos dependiendo de la longitud de onda de la luz que recibimos, para Goethe eran algo externo, real, que derivaban nada menos que de la eterna lucha de la luz y las tinieblas. Un fenómeno casi místico, espiritual, que en "La Última Cena" estaba admirablemente representado en la división de la escena en una mitad luminosa y otra en penumbras.
Josephin Péladan, escritor y dramaturgo parisino, traductor al francés del “Tratado de la pintura”, llegó a la conclusión de que Leonardo manejó cierta “ciencia de las imágenes”, un saber capaz de convertir a una mera pintura en un objeto hipnótico, mágico, lleno de sabiduría. Algo, en definitiva, muy superior a cualquier poema o composición musical.
Nicola Sementovski-Kurilo y el profesor de la Academia de Bellas Artes de Roma Franco Berdini, teniendo en cuenta las obras de Ptolomeo, Igino e Hiparco que Leonardo leyó, llegaron a interesantes conclusiones. Para ellos, la Cena fue concebida como un modelo a escala del universo. En él Jesús, como figura central, encarnaba al Sol, y los Doce a cada una de las constelaciones del zodiaco. Visto así, la curiosa distribución de los discípulos en cuatro grupos de tres, era coherente con la división de los signos astrológicos asociados a los cuatro elementos de la Naturaleza (agua, tierra, aire y fuego). Para Sementovski, “Leonardo terminó por representar así la comunión entre lo divino y lo humano que, por otra parte, constituye la esencia misma del cristianismo.
Pero el profesor Berdini llevó esa idea aún más lejos. Estaba seguro de que para pintar a cada uno de los Doce, Leonardo se inspiró en la descripción del zodiaco que Hiparco incluyó en el siglo II a.J.C. en su hoy perdido catálogo estelar. Al inventor griego de la trigonometría y director de la Biblioteca de Alejandría se le atribuyen, además, muchos de los detalles gráficos que se asocian a los signos astrológicos. Así, cuando Leonardo pinta en el extremo derecho de la mesa a Simón, lo asemeja al signo de Aries dotándolo de una barba caprina propia del animal que lo representa. Judas Tadeo, a su lado, encarna al signo de Tauro, por eso lo muestra como a un morlaco a punto de embestir. Mateo es Géminis, la comunicación; eso explica sus gestos con los brazos, invitando al diálogo, que es el rasgo más distintivo de este signo. El siguiente grupo de tres comienza con Felipe, que se lleva las manos al pecho como si fueran las tenazas de un cangrejo; Cáncer. O Santiago el Mayor, que con sus brazos extendidos representa al signo más expansivo del zodiaco, Leo. Tras él se ve la cabeza de Tomás, el incrédulo, que alza su dedo al cielo tal y como el signo de Virgo lo hace en "Immagini del globo terrestre" del buen amigo de Leonardo, Durero.
El profesor Berdini extiende sus deducciones al resto de discípulos: Juan, el afeminado discípulo que cruza sus manos junto al Mesías, inclina su cabeza como el plato de la balanza de Libra. Judas, el traidor, se revuelve sobre sí mismo como lo haría un escorpión. Y Pedro, hombre de temperamento caliente, extiende un brazo sobre el cuello de Juan como lo haría el jinete de Sagitario con su arco. Más psicológica es la atribución de Andrés a Capricornio; el carácter cerrado, distante, del signo encuentra su reflejo en el modo en el que pone por delante sus manos abiertas. La sociabilidad de Acuario encuentra, según Berdini, su reflejo en Santiago el Menor que trata de apaciguar con su mano la cólera de Pedro. Y finalmente, Bartolomé esconde al signo de Piscis en la capa anudada que lo rodea, y que nos remite a la cuerda que une a los dos peces de ese signo, según la representación de Hiparco.

5 comentarios:

  1. Interesantes tesituras sobre esa obra De Da Vinci, pero también puede haberlo sin ninguna intención.
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    NuevoGrupoRisa http://nuevogruporisa.eu5.org

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  2. Hola Agustín, estoy de acuerdo contigo en que tal vez sea así, por ello es una hipótesis. En mi opinión es raro que no solo Da Vinci, sino que cualquier artista renacentista, descuide los detalles o haga algo al azar, ya que siempre suele haber una mano fuera de lugar, un gesto extraño, un nudo en una pieza de tela, una mirada equívoca... y aún más Da Vinci...amante de los acertijos y de los dobles sentidos.
    ¡Un saludo!

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  3. Yo lo decía porque era la única posibilidad que no leo pero igualmente seguramente querrá decir algo, que nunca descubriremos lo que verdaderamente quería decir pero son muy interesantes las hipótesis. Además esta muy bien explicado solo falta un esquema de quién es quién pero vamos esta muy muy bien explicado. También te mando un saludo que la única vez que te he visto por el campús a sido de muy lejos, y es pero que te vaya todo bien, a mí por lo que conozco de los exámenes del primer cuatrimestre bien pero todavía puedo dar la vuelta que solo conozco dos y los tipo test son un asco no lo se si en CAFD pero en ADE son un ASCOOOOOOOOO.

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  4. Tienes razón Agustín, pondré un esquema de quién es quién para aclararlo todo. Y un saludo para ti también, que hace mucho tiempo que no hablamos, a ver si algún día quedamos y rememoramos viejos tiempos. En cuanto a mis exámenes la verdad es que no me puedo quejar, algunas mejores que otros pero de momento todo bien. ¡Espero que te vaya bien todo Agustín!¡Un abrazo!

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  5. También espero que te vaya todo bien. Y quedamos cuando tú quieras y rememoramos/creamos lo que quieras elementos pasados, presentes, pasados o futuros. Excepto los lunes y los jueves cuando quieras

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